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21 octubre 2016

       LAS PERSONAS VENCEDORAS Y LAS     DERROTADAS


Cuando un triunfador comete un error, dice: “Me Equivoqué“, y aprende la lección. Cuando un perdedor comete un error, dice: "No fue culpa mía” y responsabiliza a los otros.



Un triunfador sabe que la adversidad es el mejor De los maestros. Un perdedor se siente víctima durante las adversidades.



Un triunfador sabe que el resultado de las cosas depende de sí mismo. Un perdedor cree que existe la mala suerte.



Un triunfador trabaja mucho y dedica más tiempo para sí mismo. Un perdedor está siempre "muy ocupado" y no tiene tiempo ni siquiera para los suyos.



Un triunfador enfrenta los desafíos uno a uno. Un perdedor rodea los desafíos y no se atreve a intentar.



Un triunfador se compromete, da su palabra y la cumple. Un perdedor hace promesas, no se pone “manos a la obra” y cuando falla sólo se sabe justificar.



Un triunfador dice: "Soy bueno, pero puedo mejorar". Un perdedor dice: “No soy tan malo como otros".



Un triunfador escucha, comprende y responde. Un perdedor no espera que llegue su momento de hablar.



Un triunfador respeta a aquellos que saben más y Se preocupa en aprender algo de ellos. Un perdedor se resiste a todos los que saben más y Sólo se fija en sus defectos.

 








Un triunfador es PARTE DE LA SOLUCIÓN. Un perdedor es PARTE DEL PROBLEMA.

 

Un triunfador consigue "ver el bosque en su totalidad". Un perdedor se fija sólo “en el árbol que le toca plantar".



Un triunfador como tú, pasa este mensaje a los amigos... Un perdedor como los otros es egoísta y guarda el mensaje sólo para sí...



 ¿QUÉ ES EL ÉXITO?


 

"Yo creo que el éxito no está en lo económico. Yo creo que una persona no es de éxito porque le va bien en los negocios o le va bien profesionalmente o saca 10 en la escuela. Creo que eso es lo que menos vale. Lo que vale es tener los pies en la tierra, la familia - el concepto de familia-, los amigos. Apreciar las cosas que tienen valor verdadero, no material, no físico necesariamente".
El éxito va más alla y sin embargo los tenemos muy muy cerca,cada día,en cada paso.

El éxito no tiene que ver con lo que mucha gente se imagina.

No se debe a los títulos nobles y académicos que tienes, ni a la sangre heredada o la escuela donde estudiaste.

No se debe a las dimensiones de tu casa o de cuantos coches quepan en tu garaje.

No se trata de si eres jefe o subordinado; o si eres miembro prominente de clubes sociales.

No tiene que ver con el poder que ejerces o si eres un buen administrador o hablas bonito, si las luces te siguen cuando lo haces.

No es la tecnología que empleas.

No se debe a la ropa que usas, ni a los grabados que mandas bordar en tu ropa, o si después de tu nombre pones las siglas deslumbrantes que definen tu estatus social.

No se trata de si eres emprendedor, hablas varios idiomas, si eres atractivo, joven o viejo.

El éxito... Se debe a cuánta gente te sonríe, a cuánta gente amas y cuántos admiran tu sinceridad y la sencillez de tu espíritu.

Se trata de si te recuerdan cuando te vas.

Se refiere a cuánta gente ayudas, a cuánta evitas dañar y si guardas o no rencor en tu corazón.

Se trata de que en tus triunfos estén incluidos tus sueños.

De si tus logros no hieren a tus semejantes.

Es acerca de tu inclusión con otros, no de tu control sobre los demás.

Es sobre si usaste tu cabeza tanto como tu corazón, si fuiste egoísta o generoso, si amaste a la naturaleza y a los niños y te preocupaste de los ancianos.

Es acerca de tu bondad, tu deseo de servir, tu capacidad de escuchar y tu valor sobre la conducta.

No es acerca de cuántos te siguen si no de cuántos realmente te aman.

No es acerca de transmitir, si no cuántos te creen si eres feliz o finges estarlo.

Se trata del equilibrio de la justicia que conduce al bien tener y al bien estar.

Se trata de tu conciencia tranquila, tu dignidad invicta y tu deseo de ser más, no de tener más."

ESTO ES ÉXITO.
Que maravilloso es el ÉXITO!
                                                                  



LA CANCION DEL CORAZON

 

Había una vez un hombre que se casó con la mujer de sus sueños. Con su amor, ambos crearon una niñita, una pequeña radiante y alegre, a quien el gran hombre amaba mucho.

Cuando ella era muy pequeña, él solía levantarla, entonaba una melodía y bailaba con ella por la habitación, diciéndole:

-Te amo, mi niña.

La niñita fue creciendo, y el hombre la abrazaba y le decía:

-Te amo, mi niña.

Ella se enfurruñaba y decía:

-Ya no soy una niña.

Entonces el hombre se reía, diciendo:

-Para mí, tú siempre serás mi niña.

La niña, que ya no era una niña, se fue de casa para descubrir el ancho mundo. A medida que se conocía mejor a sí misma, conocía mejor al hombre.

Entendía que él era verdaderamente grande y fuerte, porque ahora reconocía sus virtudes. Una de ellas era la capacidad para expresar su amor a su familia.

No importaba dónde estuviera ella en el mundo; él la llamaba para decirle: "Te amo, mi niña".

Llegó un día en que la niña, que ya no era una niña, recibió una llamada telefónica. El gran hombre estaba enfermo. Le dijeron que había tenido un ataque y estaba afásico. Ya no podía hablar y no estaban seguros de que entendiera lo que se le decía. Ya no podía sonreír, ni reír, ni andar, abrazar, bailar ni expresarle su amor a la niña, que ya no era una niña.

Entonces regresó al lado del gran hombre. Cuando entró en la habitación y lo vio, le pareció pequeño y nada fuerte. Él la miró e intentó hablar, pero no pudo.

La niñita hizo lo único que podía hacer. Se tendió en la cama, junto al gran hombre. Las lágrimas brotaban de los ojos de ambos, y ella abrazó sus hombros paralizados.

Con la cabeza apoyada en el pecho del enfermo, ella pensó en muchas cosas. Se acordó de los momentos maravillosos que habían pasado juntos y de cómo siempre se había sentido protegida y amada por el gran hombre. Sentía dolor por la pérdida que habría de soportar, por las palabras de amor que la habían reconfortado.

Y entonces oyó, en el pecho de él, el latido del corazón. El corazón donde habían vivido siempre la música y las palabras. El corazón seguía latiendo tercamente, despreocupado del daño que sufría el resto del cuerpo. Y mientras ella descansaba, se produjo un momento mágico. Ella oyó lo que necesitaba oír.

El corazón iba latiendo las palabras que la boca ya no podía pronunciar...

Te amo,

mi niña.

Te amo,

mi niña.

Te amo,

mi niña...

Y se sintió consolada.

 



 EL JUEGO DE LAS DAMAS CHINAS


El juego de damas chinas es como una filosofía de vida. Si uno reflexiona sobre las reglas de este juego, da en el blanco con las reglas del éxito de la vida. Uno aprende a leer los mensajes ocultos.



Las reglas son:



A veces se tiene que sacrificar una pieza para ganar otra.

Nunca puedes avanzar dos casilleros de una sola vez...

Paciencia. Sólo puedes avanzar, nunca retroceder.

Cuando has llegado hasta arriba puedes moverte hacia donde quieras, hacia donde se te de la gana.



La vida es como un juego de damas chinas donde tienes que soltar una cosa para obtener otra. Tienes que avanzar y nunca retroceder, hay ciclos que se acaban como se acaban los años.



Lo que hicimos ya no lo podemos deshacer, lo más importante es aprender del pasado, para aprender a jugar en el presente y así en el futuro movernos con mayor libertad.



Cuando uno se da cuenta de que esto es sólo un juego que termina y vuelve a comenzar, uno aprende a divertirse más y por ende a jugar mejor.



Si al terminar un ciclo quieres ver la luz, no veas lo que termina, observa lo que comienza. 



 



  LA VIDA DUELE





La vida duele. Sí, sin duda, la vida duele muchas veces.

Para la sociedad y en lo individual, la vida está cargada de momentos difíciles donde lo único que queda es seguir adelante; no simplemente en darle la vuelta a la gran piedra que nos estorba en el camino, sino en cargar la piedra, empujarla a un lado, llevarla adonde no estorbe a los viajeros que vienen detrás.

"La vida", escuché decir hace muchos años a mi anciano profesor de historia, "son dos pelotas rebotando en las paredes de un cuarto cerrado; es el movimiento de verlas, y sentirlas, en su viaje constante y ante el siempre inminente peligro de chocar entre ellas y salir disparadas en dirección contraria adonde iban, para continuar el movimiento, para volver a nueva cuenta a ese juego de desplazamiento y a la siguiente interrogante del momento del futuro choque.

Eso es la vida, el drama de las consecuencias, y cuando estas pelotas finalmente pierden el impulso, cuando terminan por quedarse quietas, una de ellas en el rincón izquierdo y la otra, quizás, en el centro de la habitación, entonces ha concluido el drama, todo es quietud y silencio, y la vida ya no existe entonces ahí".

Si, sin duda, la inmovilidad y el silencio es lo contrario de la vida, y por consecuencia lo es también el no afrontar los riesgos o alzar la voz para negarse a aquellas circunstancias que a su vez detienen el desarrollo de la vida humana y su entorno, sean estos animales, vegetación, limpieza de la atmósfera o conocimiento, pues durante todos los días transcurridos desde la aparición del ser humano sobre la tierra de nuestro planeta, una y mil causas continuamente han surgido también para rechazar la continuidad de la especie.

Y quizás sean precisamente esos momentos difíciles, tanto en lo individual como en lo social, los que, al ser superados, le han proporcionado valor al hecho de poder seguir contemplando el día de mañana, con dignidad.

La labor del ser humano sobre la tierra en la cual habita, entonces, no puede ser otra que la de aportar día a día su esfuerzo y entusiasmo personales de la mejor manera posible; cumplir con las obligaciones de cada quien según sus capacidades, el grano de conocimiento, el grano de talento y el grano de alegría que permitan llegar al final de la jornada con la satisfacción de haber cumplido el cometido.

Mañana otra vez aparecerán los momentos difíciles, no podemos esperar lo contrario, sin embargo esos serán los del día de mañana, y entonces, si se ha cumplido a satisfacción con cada hora transcurrida, sabremos que también a esos, cuando lleguen, los podremos superar. 


 

04 octubre 2016




                        APRENDER A SER FELICES

 

Me parece que la primera cosa que tendríamos que enseñar a todo hombre que llega a la adolescencia es que los humanos no nacemos felices ni infelices, sino que aprendemos a ser una cosa u otra y que, en una gran parte, depende de nuestra elección el que nos llegue la felicidad o la desgracia.

Que no es cierto, como muchos piensan, que la dicha pueda encontrarse como se encuentra por la calle una moneda que pueda tocar como una lotería, sino que es algo que se construye, ladrillo a ladrillo, como una casa.

Habría también que enseñarles que la felicidad nunca es completa en este mundo, pero que, aun así, hay raciones más que suficientes de alegría para llenar una vida de jugo y de entusiasmo y que una de las claves está precisamente en no renunciar o ignorar los trozos de felicidad que poseemos por pasarse la vida soñando o esperando la felicidad entera.

Sería también necesario decirles que no hay "recetas" para la felicidad, porque, en primer lugar, no hay una sola, sino muchas felicidades y que cada hombre debe construir la suya, que puede ser muy diferente de la de sus vecinos.

Y porque, en segundo lugar, una de las claves para ser felices está en descubrir "qué" clase de felicidad es la mía propia. Añadir después que, aunque no haya recetas infalibles, sí hay una serie de caminos por los que, con certeza, se puede caminar hacia ella


 


EL PODER DE LA DETERMINACION



La calefacción de la pequeña escuela rural estaba a cargo de una antigua y barrigona estufa de carbón. Uno de los niños era el encargado de llegar temprano todos los días para encender el fuego y tener caldeada el aula antes de que llegaran su maestro y sus compañeros.

Una mañana, al llegar, se encontraron con la escuela ardiendo. A rastras, sacaron al pequeño, inconsciente y más muerto que vivo, del pequeño edificio en llamas. Tenía importantes quemaduras en la parte inferior del cuerpo, y lo llevaron inmediatamente al hospital.

Desde su cama, medio inconsciente, el niño apenas alcanzó a oír cómo el médico explicaba a su madre que, con seguridad, su hijo moriría, y que en realidad eso sería lo mejor, ya que el fuego le había afectado terriblemente la mitad inferior del cuerpo.

Pero el valiente chiquillo no quería morir y mentalmente tomó la decisión de que sobreviviría. Sin que el asombrado médico entendiera cómo, sobrevivió.

Una vez pasado el peligro de muerte, volvió a oír que el médico hablaba en voz baja con su madre, diciéndole que como el fuego le había destruido tanto la musculatura de la parte inferior del cuerpo, casi habría sido mejor que muriera, ya que la imposibilidad de valerse de las piernas lo condenaba a ser un inválido toda su vida.

Una vez más, el valiente muchacho decidió que él no sería un tullido. Volvería a caminar. Pero, lamentablemente, de cintura para abajo no conservaba ninguna capacidad motriz. Las delgadas piernas solamente le colgaban del cuerpo, sin rastro alguno de vida. Finalmente, le dieron el alta en el hospital.

Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero él no sentía nada. Mas su determinación de volver a caminar era tan fuerte como siempre. Cuando no estaba en cama, estaba atado a una silla de ruedas. Un día soleado, su madre lo sacó al jardín para que respirara un poco de aire fresco y ese día, en vez de quedarse sentado, se tiró al suelo y poco a poco fue desplazándose, aferrándose al césped, con sus piernas a rastras.

Consiguió llegar hasta la cerca de madera blanca que bordeaba el jardín y se levantó con gran esfuerzo, sosteniéndose con los barrotes. Una vez logrado esto, empezó a recorrerla, apoyándose en las estacas blancas, una tras otra, con la firme determinación de volver a caminar. Siguió haciendo lo mismo todos los días hasta que, en su ir y venir, despejó junto a la empalizada un estrecho sendero que rodeaba todo el jardín. No había en el mundo nada que él deseara más que devolver la vida a aquellas piernas.

Finalmente, gracias a los masajes de su madre, a su propia y férrea persistencia y a su tenaz determinación, consiguió mantenerse en pie, después caminó con un andar vacilante, luego lo hizo sin apoyo y finalmente, consiguió correr.

Empezó a ir a la escuela andando y después corriendo... corriendo por el puro placer de correr. Más tarde, ya en la universidad, se integró en el equipo de corredores.

Finalmente, en el Madison Square Garden, aquel joven de quien no se había esperado que sobreviviera, que seguramente jamás podría volver a andar, que jamás podría tener esperanzas de correr... aquel muchacho de férrea decisión corrió... ¡y ganó! el campeonato mundial de 1500 metros lisos. 

 
OPTIMISMO ANTE TODO
 
Nada más satisfactorio que conocer, convivir, trabajar, disfrutar y compartir con personas de "Buena Voluntad".
Personas de "Buena Voluntad" son aquellas que verdaderamente tratan de ver sólo el lado bueno de las cosas; que miran con optimismo las posibilidades, que ponen su capacidad por encima de las dificultades que diariamente se viven, que agradecen hasta el más mínimo detalle, y las que se esfuerzan por prestar su colaboración en beneficio de los demás.
Una persona de "Buena Voluntad" siempre es bienvenida en cualquier lugar, e invitada obligada para cualquier evento.
¿Eres tú realmente una persona de "Buena Voluntad?"
El pesimista debilita su capacidad y su voluntad al cargar con el peso inútil de los mensajes negativos que se crea.
Con su ansiedad y negativismo no arregla ninguno de los problemas que él mismo se crea, y se siente, a toda hora, cercado de amenazas de fracaso.
El optimista, en cambio, toma sus asuntos con calma y sabe que puede llevarlos a feliz término.
Con suficiente confianza en Dios, y en sí mismo, el optimista encuentra las orientaciones y la fuerza para lograr todo lo que se propone.
Si eres indeciso o inseguro, comienza ahora mismo a repetirte una y otra vez:
¡Procederé ahora!


¡Lo haré, lo haré bien y ahora!
Hasta que se te grave profundamente en la conciencia, repítelo al despertar, mientras te bañas y te vistes, al mirarte al espejo, al programar cada paso y compromiso de tu día.
Graba profundamente en tu mente la imagen de la persona segura, diligente, proactiva y efectiva que debes ser en todo momento. En poco tiempo empezarás a reaccionar automáticamente a esta afirmación.
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The Moon