música relajación
18 agosto 2015
CUANDO ALGUIEN SE VA...
Cuando alguien muere, no se va solo.Se lleva parte de tu alma para confeccionar sus alas, de esta manera logra volar junto a ti.
Cuando alguien muere, no se va solo. se lleva tu voz y escucha con atencion, de ésta manera logra guiarse en el camino
Cuando alguien muere, no se va solo. Se lleva los recuerdos, de ésta manera se rie durante el camino para no aburrirse
Cuando alguien muere, no te deja solo. Te deja parte de su alma, de esta manera sabras que esta bien.
Cuando alguien muere, no te deja solo. te deja su voz, de esta manera será tu conciencia.
Cuando alguien muere, no te deja solo. te deja los recuerdos, de esta manera reiras con el.
Cuando alguien muere, sucede algo mágico, un tanto inexplicable. no se quiere alejar, entonces cambia de cuerpo para estar contigo. busca en los demas, un fragmento de el, busca bien y lo encontrarás; hay mucha gente que falta por conocer, muchos de ellos tendran parte de el, ábrete a gente nueva, haz mas amigos, llenalos de amor, llora y rie con ellos, que sean dos cuerpos y una sola mente.
Cuando alguien muere, sucede algo mágico, un tanto inexplicable. No se quiere alejar. cuando se te nubla la vista, es él que pasa frente a ti; cuando te dan escalofrios, es él que te abraza; cuando tienes frio por la noche, es él quien toma la cobija; cuando te tropiezas, es él quien te mete el pie para reirse un poco; cuando no te puedes peinar, es él quien se burla de lo mal que te ves; cuando te ries de la nada, es él quien te cuenta un chiste y ni cuenta te diste.
Cuando alguien muere, no es para que te pongas triste, es dificil de entender pero es verdad: Él está mejor allá. y quien mejor que él para guiarte, mientras llega el momento que te toca partir, pues espera con ansias ver tu cómico rostro y reirse a carcajadas contigo de nuevo.
Ama a tus amigos, no sólo los quieras ámalos pues es el amor la única llave que dejará que entres a su alma.
17 agosto 2015
ORACIÓN DE SAN BENITO Y EXORCISMOS
SAN BENITO ORACIÓN
Te conjuramos, espíritu del Mal, para que no te acerques a estas páginas, ni a sus autores, ni a sus familias; tampoco a los integrantes de buena fe de este grupo (y estén muy lejos del mal y de hacer el mal a otros) y que te alejes mediante San Benito ya que estamos bajo su protección y amparo y ha su sello y energía ha sido colocado; en el nombre de Dios Padre Omnipotente, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos se contiene. Asimismo, que desaparezcan y se alejen de esta medalla toda la fuerza del Adversario, todo el poder del Diablo, todos los ataques e ilusiones de Satanás, a fin de que todos los que la usaren gocen de la salud de alma y cuerpo. Amén. Así sea.
Oración a San Benito
(de intercesión para otra persona).
Si es para usted mismo/a, donde pone las xxx, simplemente diga usted su nombre y adapte las palabras de la oración a usted. Por ejemplo, si dice ‘inspírale’, diga usted ‘inspírame’… y así en toda la oración.
En el nombre del Padre +, y del Hijo +,
y del Espíritu Santo +. Amén.
Glorioso San Benito, Patriarca de los monjes,
poderoso en milagros, amado del Señor.
Padre bondadoso para con todos los que te invocan,
yo imploro de tu corazón amoroso que ores por XXXXXXX,
aquí presente, ante el trono de Nuestro Señor.
A ti recurrimos en todos los peligros
que diariamente nos rodean.
Sé para XXXXX un escudo contra sus enemigos.
Inspírale para imitarte en todas las cosas.
Tu corazón está siempre lleno de amor, compasión y misericordia hacia aquellos que de alguna manera se ven afectados por todo tipo de problemas.
Tú nunca has dejado sin consuelo ni asistencia a nadie que haya recurrido a ti. Por lo tanto, al invocar tu poderosa intercesión, confiamos esperanzados en que escucharás nuestras plegarias y obtendrás para XXXXXX la gracia y los favores que sinceramente te imploramos, en el caso de que sean para mayor gloria de Dios y para el bienestar de su alma.
Intercede, pues, amado San Benito, por la salud del alma, cuerpo y mente de XXXXX.
Líbrale de todos los males de su cuerpo y de su alma.
Defiéndele a él y a todos los suyos del poder
de los enemigos infernales.
Destierra de sus casas y de sus vidas
las acechanzas del maligno espíritu.
Ruega por XXXXXXX a fin de que, viviendo según la ley
del Señor, merezca ser hallado digno de recibir la eterna recompensa.
Pídele al Señor que remedie sus necesidades
tanto espirituales como corporales
y para que su alma no muera en pecado mortal.
Glorioso San Benito, en tus manos ponemos nuestras vidas,
y confiamos en tu poderosa intercesión para permanecer siempre libres del poder de los espíritus malignos.
Todo esto te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Exorcismo de la Medalla de San Benito
C. S. P. B.
Crux Sancti Patri Benedicti
Cruz del Santo Padre Benito
C. S. S. M. L.
Crux Sacra Sit Mihi Lux
Mi luz sea la Cruz Santa
N. D. S. M. D.
Non Draco Sit Mihi Dux
No sea el demonio mi guía
V. R. S.
Vade Retro Satana
¡Apártate, Satanás!
N. S. M. V.
Nunquam Suade Mihi Vana
Nunca me sugieras cosas vanas
S. M. Q. L.
Sunt Mala Quae Libas
Pues maldad es lo que brindas
I. V. B.
Ipse Venenum Bibas
Bébete tu propio veneno
Oremus. + In nomine Patri, et Filii + et Spiritui Sancti +
Cruz del Santo Padre Benito. Cruz Santa sé mi Luz y no sea nunca el demonio (dragón) mi conductor. ¡Aléjate, Satanás! No me persuadirás de cosas vanas. Son malas las cosas que me ofreces, bebe tú mismo tu veneno. En el Nombre del Padre + del Hijo + y del Espíritu Santo +. Amén.
ORACIÓN PARA OBTENER GRACIAS
Oh, buen Jesús, Hijo verdadero de Dios y de la Virgen María, que con Tu Pasión y Muerte nos has liberado de la esclavitud del demonio y, mediante los prodigios de la Cruz, has glorificado a tu sirviente Benito otorgándole un poder ilimitado sobre las potestades infernales. Concédenos, te suplicamos, mediante la intercesión de este santo, la victoria en la lucha asidua que sostenemos, no sólo contra el demonio, nuestro principal enemigo, sino también contra las doctrinas perversas y los malos ejemplos de la vida licenciosa, con los cuáles las personas de mala voluntad buscan perjudicar nuestras almas y nuestros cuerpos. San Benito, especial protector nuestro, intercede por nosotros y ruega a Jesús nos conceda las gracias especiales necesarias para nuestra alma y nuestro cuerpo.
(Rezar un Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)
En el nombre del Padre +, y del Hijo +, y del Espíritu Santo +. Amén.
Glorioso San Benito, Patriarca de los monjes,
poderoso en milagros, amado del Señor.
Padre bondadoso para con todos los que te invocan,
yo imploro de tu corazón amoroso que ores por mí
ante el trono de Nuestro Señor.
A ti recurrimos en todos los peligros
que diariamente nos rodean.
Sé para mí un escudo contra mis enemigos.
Inspírame para imitarte en todas las cosas.
Tu corazón está siempre lleno de amor, compasión y misericordia
hacia aquellos que de alguna manera se ven afectados
por todo tipo de problemas.
Tú nunca has dejado sin consuelo ni asistencia
a nadie que haya recurrido a ti.
Por lo tanto, al invocar tu poderosa intercesión,
confiamos esperanzados en que escucharás nuestras plegarias
y obtendrás para mí la gracia y los favores que sinceramente te imploramos,
en el caso de que sean para mayor gloria de Dios y para el bienestar de mi alma.
Intercede, pues, amado San Benito, ante Dios Nuestro Señor,
por la salud de mi alma, mi cuerpo y mi mente.
Líbrame de todos los males del cuerpo y del alma.
Defiéndenos a mí y a todos mis seres queridos del poder
de los enemigos infernales.
Destierra de nuestras casas y de nuestras vidas
las acechanzas de los malignos espíritus.
Ruega por mí a fin de que, viviendo según la ley del Señor,
merezca ser hallado digno de recibir la eterna recompensa.
Pídele al Señor que remedie mis necesidades
tanto espirituales como corporales
y para que mi alma no muera en pecado mortal.
Glorioso San Benito, en tus manos ponemos nuestras vidas,
y confiamos en tu poderosa intercesión para permanecer siempre libres
del poder de los espíritus malignos.
Todo esto te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
EXORCISMO DE LA MEDALLA DE SAN BENITO
C. S. P. B.
Crux Sancti Patri Benedicti
Cruz del Santo Padre Benito
C. S. S. M. L.
Crux Sacra Sit Mihi Lux
Mi luz sea la Cruz Santa
N. D. S. M. D.
Non Draco Sit Mihi Dux
No sea el demonio mi guía
V. R. S.
Vade Retro Satana
¡Apártate, Satanás!
N. S. M. V.
Nunquam Suade Mihi Vana
Nunca me sugieras cosas vanas
S. M. Q. L.
Sunt Mala Quae Libas
Pues maldad es lo que brindas
I. V. B.
Ipse Venenum Bibas
Bébete tu propio veneno
SELLO DE SAN BENITO
La medalla de San Benito, propagada en todo el mundo hace más de 300 años, especialmente por los monjes benedictinos, es célebre por su eficacia extraordinaria en el combate contra el demonio y sus manifestaciones; en la defensa contra maleficios de todo género, contra enfermedades, especialmente las contagiosas, contra picaduras de serpientes y otros animales ponzoñosos; en la protección de animales domésticos, vehículos, etc.
Repetidas veces aprobada y alabada por los Papas, la medalla de San Benito, que une a la fuerza exorcizante de la Santa Cruz del Redentor –la señal de nuestra salvación– el recuerdo de los méritos alcanzados por la santidad eximia del gran Patriarca San Benito, es sin duda muy indicada para los fieles católicos.
La imagen de la Cruz representada en la medalla
Basta al cristiano considerar brevemente la virtud soberana de la Cruz de Jesucristo, para comprender la dignidad de una medalla en la cual está representada.
La representación de la Cruz despierta en nosotros todos los sentimientos de gratitud para con Dios, por el beneficio de nuestra salvación.
La Cruz causa terror a los espíritus malignos, que siempre retroceden ante ella, y apenas la ven se apresuran en soltar su presa y huir. Así pues, nuestra medalla, que representa en primer lugar la imagen de la Cruz, está en perfecta armonía con la piedad cristiana, y ya sólo por este motivo es digna del mayor respeto.
La imagen de San Benito representada en la medalla
La honra de figurar en la misma medalla junto con la imagen de la Santa Cruz fue concedida a San Benito con la finalidad de indicar la eficacia que tuvo en sus manos esta señal sagrada. San Gregorio Magno, que escribió la vida del Santo Patriarca, nos lo representa disipando con la señal de la Cruz sus propias tentaciones, y quebrando con la misma señal hecha sobre una bebida envenenada, el cáliz que la contenía, quedando así patente el perverso designio de los que habían osado atentar contra su vida. Cuando el espíritu maligno, para aterrorizar a los monjes, les hace ver el Monasterio de Montecasino en llamas, San Benito desvanece ese prodigio diabólico haciendo la misma señal de la Pasión del Salvador sobre las llamas fantásticas. Cuando sus discípulos andan interiormente agitados por las sugestiones del tentador, les indica como remedio trazar sobre el corazón la imagen de la Cruz. Por todo ello, es lícito concluir que era muy conveniente reunir en una sola medalla la imagen del santo Patriarca y la de la Cruz del Salvador.
Esto queda aún más claro al considerar que los dos grandes discípulos del siervo de Dios, San Plácido y San Mauro, cuando realizaban sus frecuentes milagros tenían la costumbre de invocar junto con el auxilio de la Santa Cruz, el nombre de su santo Fundador, y así consagraron, desde el principio, la piadosa costumbre expresada más tarde por la medalla.
Los caracteres que se leen en la medalla
Además de las imágenes de la Cruz y de San Benito, la medalla trae también cierto número de letras , cada una de las cuales representa una palabra latina. Las diversas palabras reunidas tienen un sentido que manifiesta la intención de la medalla: expresar las relaciones que existen entre el santo Patriarca Benito y la Santa Cruz; y al mismo tiempo, poner al alcance de los fieles un medio eficaz de emplear la virtud de la Santa Cruz contra los espíritus malignos.
Esas letras misteriosas se encuentran dispuestas en la cara de la medalla en que está representada la santa Cruz. Examinemos, en primer lugar, las cuatro colocadas entre los brazos de dicha Cruz:
C S
P B
Significan: Cruz Sancti Patris Benedicto; en castellano, Cruz del Santo Padre Benito. Esas palabras explican el fin de la medalla.
En la línea vertical de la Cruz se lee:
C
S
S
M
L
Lo que quiere decir: Cruz sacra sit mihi lux; en castellano, La Cruz sagrada sea mi luz.
En la línea horizontal de la misma Cruz, se lee:
N. D. S. M. D.
Lo que significa: Non draco sit mihi dux; en castellano, No sea el dragón mi guía.
Reuniendo esas dos líneas se forma un verso pentámetro, mediante el cual el cristiano expresa su confianza en la Santa Cruz, y su resistencia al yugo que el demonio querría imponerle.
Alrededor de la medalla existe una inscripción más extensa, que presenta en primer lugar el santísimo nombre de Jesús, expresado por el monograma bien conocido: I. H. S. (En el modelo más conocido de la Medalla de San Benito el monograma I. H. S. fue reemplazado por el lema benedictino PAX; en castellano, Paz). Vienen después, de derecha a izquierda, las siguientes letras:
V. R. S. N. S. M. V. S. M. Q. L. I. V. B.
Estas iniciales representan los dos versos siguientes:
Vade retro satana; nuncuam suave mihi vana
Sunt mala quae libas; ipse venena bibas.
En castellano: Apártate, satanás; nunca me aconsejes tus vanidades, la bebida que ofreces es el mal: bebe tú mismo tus venenos.
Tales palabras se supone que fueron dichas por San Benito: las del primer verso, con ocasión de la tentación que sintió y de la cual triunfó haciendo la señal de la Cruz; las del segundo verso, en el momento en que sus enemigos le presentaron una bebida mortífera, hecho que puso al descubierto bendiciendo con la señal de la vida el cáliz que la contenía.
El cristiano puede utilizar estas palabras cuantas veces fuere asaltado por tentaciones e insultos del enemigo invisible de nuestra salvación. El mismo Jesucristo Nuestro Señor santificó las palabras Vade retro, satana –Apártate, satanás– y su valor es cierto, una vez que el propio Evangelio nos lo asegura. Las vanidades que el demonio nos aconseja son las desobediencias a la ley de Dios, las pompas y falsas máximas del mundo. La bebida que el ángel de las tinieblas nos presenta es el pecado, que da muerte al alma. En vez de aceptarla, devolvámosle tan funesto presente, ya que él mismo lo escogió como herencia suya.
Basta que alguien pronuncie con fe tales palabras, para sentirse inmediatamente con fuerzas para arrostrar todas las embestidas del infierno. Aun cuando no conociéramos los hechos que demuestran hasta qué punto satanás teme esa medalla, la simple consideración de lo que representa y expresa, bastaría para que la consideráramos una de las más poderosas armas que la bondad de Dios puso a nuestro alcance contra la malicia diabólica.
Uso de la medalla de San Benito
No ignoramos que en este siglo mucha gente considera que el demonio es más bien un ser imaginario y no real; y así, puede parecer extraño que se acuñe y se bendiga una medalla, empleada como protección contra los ataques del espíritu maligno. Sin embargo, las sagradas Escrituras nos ofrecen innumerables pasajes que dan una idea del poder y la actividad de los demonios, así como de los peligros de alma y cuerpo a que estamos continuamente expuestos por efectos de sus celadas. Para aniquilar su poder no basta ignorar a los demonios y sonreír cuando se oye hablar de sus operaciones. No por eso dejará de continuar el aire siempre lleno de legiones de espíritus de malicia, conforme enseña San Pablo; y si Dios no nos protegiese, aunque casi siempre sin que lo sintamos, por el ministerio de los Santos Ángeles, sería para nosotros imposible evitar las innumerables celadas de estos enemigos de toda criatura de Dios.
Ahora bien, el poder de la Santa Cruz contra satanás y sus legiones es tal, que la podemos considerar un escudo invencible que nos hace invulnerables a sus flechas.
Concluimos entonces cuán ventajoso resulta emplear con fe la medalla de San Benito en las ocasiones en que más temamos los embustes del enemigo. Su protección, no lo dudemos, será eficaz contra todo tipo de tentaciones. Numerosos e innegables hechos señalaron su poderoso auxilio en miles de circunstancias en las cuales, o por acción espontánea de satanás, o por efecto de algún maleficio, los fieles estaban a punto de sucumbir ante un peligro inminente. Podremos igualmente emplearlo a favor de otros, como medio de preservación o de liberación, en previsión de los peligros que deban afrontar.
A menudo nos amenazan accidentes imprevistos, en tierra o en mar; si llenos de fe llevamos con nosotros la medalla, seremos protegidos. No hay circunstancias de la vida humana, por más materiales que fueren, en que ya no se haya manifestado por su intermedio, la virtud de la Santa Cruz y el poder de San Benito. Así, espíritus malignos, en su odio contra el hombre, embisten contra los animales empleados en su servicio, contra los alimentos que deben sustentar la vida; su intervención maléfica es muchas veces la causa de las enfermedades que padecemos; ahora bien, prueba la experiencia que el uso religioso de la medalla, acompañado por la oración, opera muchas veces el cese de las celadas satánicas, y un notable alivio en las enfermedades, y a veces hasta una curación completa.
SAN BENITO ORACIÓN
Te conjuramos, espíritu del Mal, para que no te acerques a estas páginas, ni a sus autores, ni a sus familias; tampoco a los integrantes de buena fe de este grupo (y estén muy lejos del mal y de hacer el mal a otros) y que te alejes mediante San Benito ya que estamos bajo su protección y amparo y ha su sello y energía ha sido colocado; en el nombre de Dios Padre Omnipotente, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos se contiene. Asimismo, que desaparezcan y se alejen de esta medalla toda la fuerza del Adversario, todo el poder del Diablo, todos los ataques e ilusiones de Satanás, a fin de que todos los que la usaren gocen de la salud de alma y cuerpo. Amén. Así sea.
Oración a San Benito
(de intercesión para otra persona).
Si es para usted mismo/a, donde pone las xxx, simplemente diga usted su nombre y adapte las palabras de la oración a usted. Por ejemplo, si dice ‘inspírale’, diga usted ‘inspírame’… y así en toda la oración.
En el nombre del Padre +, y del Hijo +,
y del Espíritu Santo +. Amén.
Glorioso San Benito, Patriarca de los monjes,
poderoso en milagros, amado del Señor.
Padre bondadoso para con todos los que te invocan,
yo imploro de tu corazón amoroso que ores por XXXXXXX,
aquí presente, ante el trono de Nuestro Señor.
A ti recurrimos en todos los peligros
que diariamente nos rodean.
Sé para XXXXX un escudo contra sus enemigos.
Inspírale para imitarte en todas las cosas.
Tu corazón está siempre lleno de amor, compasión y misericordia hacia aquellos que de alguna manera se ven afectados por todo tipo de problemas.
Tú nunca has dejado sin consuelo ni asistencia a nadie que haya recurrido a ti. Por lo tanto, al invocar tu poderosa intercesión, confiamos esperanzados en que escucharás nuestras plegarias y obtendrás para XXXXXX la gracia y los favores que sinceramente te imploramos, en el caso de que sean para mayor gloria de Dios y para el bienestar de su alma.
Intercede, pues, amado San Benito, por la salud del alma, cuerpo y mente de XXXXX.
Líbrale de todos los males de su cuerpo y de su alma.
Defiéndele a él y a todos los suyos del poder
de los enemigos infernales.
Destierra de sus casas y de sus vidas
las acechanzas del maligno espíritu.
Ruega por XXXXXXX a fin de que, viviendo según la ley
del Señor, merezca ser hallado digno de recibir la eterna recompensa.
Pídele al Señor que remedie sus necesidades
tanto espirituales como corporales
y para que su alma no muera en pecado mortal.
Glorioso San Benito, en tus manos ponemos nuestras vidas,
y confiamos en tu poderosa intercesión para permanecer siempre libres del poder de los espíritus malignos.
Todo esto te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Exorcismo de la Medalla de San Benito
C. S. P. B.
Crux Sancti Patri Benedicti
Cruz del Santo Padre Benito
C. S. S. M. L.
Crux Sacra Sit Mihi Lux
Mi luz sea la Cruz Santa
N. D. S. M. D.
Non Draco Sit Mihi Dux
No sea el demonio mi guía
V. R. S.
Vade Retro Satana
¡Apártate, Satanás!
N. S. M. V.
Nunquam Suade Mihi Vana
Nunca me sugieras cosas vanas
S. M. Q. L.
Sunt Mala Quae Libas
Pues maldad es lo que brindas
I. V. B.
Ipse Venenum Bibas
Bébete tu propio veneno
Oremus. + In nomine Patri, et Filii + et Spiritui Sancti +
Cruz del Santo Padre Benito. Cruz Santa sé mi Luz y no sea nunca el demonio (dragón) mi conductor. ¡Aléjate, Satanás! No me persuadirás de cosas vanas. Son malas las cosas que me ofreces, bebe tú mismo tu veneno. En el Nombre del Padre + del Hijo + y del Espíritu Santo +. Amén.
ORACIÓN PARA OBTENER GRACIAS
Oh, buen Jesús, Hijo verdadero de Dios y de la Virgen María, que con Tu Pasión y Muerte nos has liberado de la esclavitud del demonio y, mediante los prodigios de la Cruz, has glorificado a tu sirviente Benito otorgándole un poder ilimitado sobre las potestades infernales. Concédenos, te suplicamos, mediante la intercesión de este santo, la victoria en la lucha asidua que sostenemos, no sólo contra el demonio, nuestro principal enemigo, sino también contra las doctrinas perversas y los malos ejemplos de la vida licenciosa, con los cuáles las personas de mala voluntad buscan perjudicar nuestras almas y nuestros cuerpos. San Benito, especial protector nuestro, intercede por nosotros y ruega a Jesús nos conceda las gracias especiales necesarias para nuestra alma y nuestro cuerpo.
(Rezar un Padre Nuestro, Avemaría y Gloria)
En el nombre del Padre +, y del Hijo +, y del Espíritu Santo +. Amén.
Glorioso San Benito, Patriarca de los monjes,
poderoso en milagros, amado del Señor.
Padre bondadoso para con todos los que te invocan,
yo imploro de tu corazón amoroso que ores por mí
ante el trono de Nuestro Señor.
A ti recurrimos en todos los peligros
que diariamente nos rodean.
Sé para mí un escudo contra mis enemigos.
Inspírame para imitarte en todas las cosas.
Tu corazón está siempre lleno de amor, compasión y misericordia
hacia aquellos que de alguna manera se ven afectados
por todo tipo de problemas.
Tú nunca has dejado sin consuelo ni asistencia
a nadie que haya recurrido a ti.
Por lo tanto, al invocar tu poderosa intercesión,
confiamos esperanzados en que escucharás nuestras plegarias
y obtendrás para mí la gracia y los favores que sinceramente te imploramos,
en el caso de que sean para mayor gloria de Dios y para el bienestar de mi alma.
Intercede, pues, amado San Benito, ante Dios Nuestro Señor,
por la salud de mi alma, mi cuerpo y mi mente.
Líbrame de todos los males del cuerpo y del alma.
Defiéndenos a mí y a todos mis seres queridos del poder
de los enemigos infernales.
Destierra de nuestras casas y de nuestras vidas
las acechanzas de los malignos espíritus.
Ruega por mí a fin de que, viviendo según la ley del Señor,
merezca ser hallado digno de recibir la eterna recompensa.
Pídele al Señor que remedie mis necesidades
tanto espirituales como corporales
y para que mi alma no muera en pecado mortal.
Glorioso San Benito, en tus manos ponemos nuestras vidas,
y confiamos en tu poderosa intercesión para permanecer siempre libres
del poder de los espíritus malignos.
Todo esto te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
EXORCISMO DE LA MEDALLA DE SAN BENITO
C. S. P. B.
Crux Sancti Patri Benedicti
Cruz del Santo Padre Benito
C. S. S. M. L.
Crux Sacra Sit Mihi Lux
Mi luz sea la Cruz Santa
N. D. S. M. D.
Non Draco Sit Mihi Dux
No sea el demonio mi guía
V. R. S.
Vade Retro Satana
¡Apártate, Satanás!
N. S. M. V.
Nunquam Suade Mihi Vana
Nunca me sugieras cosas vanas
S. M. Q. L.
Sunt Mala Quae Libas
Pues maldad es lo que brindas
I. V. B.
Ipse Venenum Bibas
Bébete tu propio veneno
SELLO DE SAN BENITO
La medalla de San Benito, propagada en todo el mundo hace más de 300 años, especialmente por los monjes benedictinos, es célebre por su eficacia extraordinaria en el combate contra el demonio y sus manifestaciones; en la defensa contra maleficios de todo género, contra enfermedades, especialmente las contagiosas, contra picaduras de serpientes y otros animales ponzoñosos; en la protección de animales domésticos, vehículos, etc.
Repetidas veces aprobada y alabada por los Papas, la medalla de San Benito, que une a la fuerza exorcizante de la Santa Cruz del Redentor –la señal de nuestra salvación– el recuerdo de los méritos alcanzados por la santidad eximia del gran Patriarca San Benito, es sin duda muy indicada para los fieles católicos.
La imagen de la Cruz representada en la medalla
Basta al cristiano considerar brevemente la virtud soberana de la Cruz de Jesucristo, para comprender la dignidad de una medalla en la cual está representada.
La representación de la Cruz despierta en nosotros todos los sentimientos de gratitud para con Dios, por el beneficio de nuestra salvación.
La Cruz causa terror a los espíritus malignos, que siempre retroceden ante ella, y apenas la ven se apresuran en soltar su presa y huir. Así pues, nuestra medalla, que representa en primer lugar la imagen de la Cruz, está en perfecta armonía con la piedad cristiana, y ya sólo por este motivo es digna del mayor respeto.
La imagen de San Benito representada en la medalla
La honra de figurar en la misma medalla junto con la imagen de la Santa Cruz fue concedida a San Benito con la finalidad de indicar la eficacia que tuvo en sus manos esta señal sagrada. San Gregorio Magno, que escribió la vida del Santo Patriarca, nos lo representa disipando con la señal de la Cruz sus propias tentaciones, y quebrando con la misma señal hecha sobre una bebida envenenada, el cáliz que la contenía, quedando así patente el perverso designio de los que habían osado atentar contra su vida. Cuando el espíritu maligno, para aterrorizar a los monjes, les hace ver el Monasterio de Montecasino en llamas, San Benito desvanece ese prodigio diabólico haciendo la misma señal de la Pasión del Salvador sobre las llamas fantásticas. Cuando sus discípulos andan interiormente agitados por las sugestiones del tentador, les indica como remedio trazar sobre el corazón la imagen de la Cruz. Por todo ello, es lícito concluir que era muy conveniente reunir en una sola medalla la imagen del santo Patriarca y la de la Cruz del Salvador.
Esto queda aún más claro al considerar que los dos grandes discípulos del siervo de Dios, San Plácido y San Mauro, cuando realizaban sus frecuentes milagros tenían la costumbre de invocar junto con el auxilio de la Santa Cruz, el nombre de su santo Fundador, y así consagraron, desde el principio, la piadosa costumbre expresada más tarde por la medalla.
Los caracteres que se leen en la medalla
Además de las imágenes de la Cruz y de San Benito, la medalla trae también cierto número de letras , cada una de las cuales representa una palabra latina. Las diversas palabras reunidas tienen un sentido que manifiesta la intención de la medalla: expresar las relaciones que existen entre el santo Patriarca Benito y la Santa Cruz; y al mismo tiempo, poner al alcance de los fieles un medio eficaz de emplear la virtud de la Santa Cruz contra los espíritus malignos.
Esas letras misteriosas se encuentran dispuestas en la cara de la medalla en que está representada la santa Cruz. Examinemos, en primer lugar, las cuatro colocadas entre los brazos de dicha Cruz:
C S
P B
Significan: Cruz Sancti Patris Benedicto; en castellano, Cruz del Santo Padre Benito. Esas palabras explican el fin de la medalla.
En la línea vertical de la Cruz se lee:
C
S
S
M
L
Lo que quiere decir: Cruz sacra sit mihi lux; en castellano, La Cruz sagrada sea mi luz.
En la línea horizontal de la misma Cruz, se lee:
N. D. S. M. D.
Lo que significa: Non draco sit mihi dux; en castellano, No sea el dragón mi guía.
Reuniendo esas dos líneas se forma un verso pentámetro, mediante el cual el cristiano expresa su confianza en la Santa Cruz, y su resistencia al yugo que el demonio querría imponerle.
Alrededor de la medalla existe una inscripción más extensa, que presenta en primer lugar el santísimo nombre de Jesús, expresado por el monograma bien conocido: I. H. S. (En el modelo más conocido de la Medalla de San Benito el monograma I. H. S. fue reemplazado por el lema benedictino PAX; en castellano, Paz). Vienen después, de derecha a izquierda, las siguientes letras:
V. R. S. N. S. M. V. S. M. Q. L. I. V. B.
Estas iniciales representan los dos versos siguientes:
Vade retro satana; nuncuam suave mihi vana
Sunt mala quae libas; ipse venena bibas.
En castellano: Apártate, satanás; nunca me aconsejes tus vanidades, la bebida que ofreces es el mal: bebe tú mismo tus venenos.
Tales palabras se supone que fueron dichas por San Benito: las del primer verso, con ocasión de la tentación que sintió y de la cual triunfó haciendo la señal de la Cruz; las del segundo verso, en el momento en que sus enemigos le presentaron una bebida mortífera, hecho que puso al descubierto bendiciendo con la señal de la vida el cáliz que la contenía.
El cristiano puede utilizar estas palabras cuantas veces fuere asaltado por tentaciones e insultos del enemigo invisible de nuestra salvación. El mismo Jesucristo Nuestro Señor santificó las palabras Vade retro, satana –Apártate, satanás– y su valor es cierto, una vez que el propio Evangelio nos lo asegura. Las vanidades que el demonio nos aconseja son las desobediencias a la ley de Dios, las pompas y falsas máximas del mundo. La bebida que el ángel de las tinieblas nos presenta es el pecado, que da muerte al alma. En vez de aceptarla, devolvámosle tan funesto presente, ya que él mismo lo escogió como herencia suya.
Basta que alguien pronuncie con fe tales palabras, para sentirse inmediatamente con fuerzas para arrostrar todas las embestidas del infierno. Aun cuando no conociéramos los hechos que demuestran hasta qué punto satanás teme esa medalla, la simple consideración de lo que representa y expresa, bastaría para que la consideráramos una de las más poderosas armas que la bondad de Dios puso a nuestro alcance contra la malicia diabólica.
Uso de la medalla de San Benito
No ignoramos que en este siglo mucha gente considera que el demonio es más bien un ser imaginario y no real; y así, puede parecer extraño que se acuñe y se bendiga una medalla, empleada como protección contra los ataques del espíritu maligno. Sin embargo, las sagradas Escrituras nos ofrecen innumerables pasajes que dan una idea del poder y la actividad de los demonios, así como de los peligros de alma y cuerpo a que estamos continuamente expuestos por efectos de sus celadas. Para aniquilar su poder no basta ignorar a los demonios y sonreír cuando se oye hablar de sus operaciones. No por eso dejará de continuar el aire siempre lleno de legiones de espíritus de malicia, conforme enseña San Pablo; y si Dios no nos protegiese, aunque casi siempre sin que lo sintamos, por el ministerio de los Santos Ángeles, sería para nosotros imposible evitar las innumerables celadas de estos enemigos de toda criatura de Dios.
Ahora bien, el poder de la Santa Cruz contra satanás y sus legiones es tal, que la podemos considerar un escudo invencible que nos hace invulnerables a sus flechas.
Concluimos entonces cuán ventajoso resulta emplear con fe la medalla de San Benito en las ocasiones en que más temamos los embustes del enemigo. Su protección, no lo dudemos, será eficaz contra todo tipo de tentaciones. Numerosos e innegables hechos señalaron su poderoso auxilio en miles de circunstancias en las cuales, o por acción espontánea de satanás, o por efecto de algún maleficio, los fieles estaban a punto de sucumbir ante un peligro inminente. Podremos igualmente emplearlo a favor de otros, como medio de preservación o de liberación, en previsión de los peligros que deban afrontar.
A menudo nos amenazan accidentes imprevistos, en tierra o en mar; si llenos de fe llevamos con nosotros la medalla, seremos protegidos. No hay circunstancias de la vida humana, por más materiales que fueren, en que ya no se haya manifestado por su intermedio, la virtud de la Santa Cruz y el poder de San Benito. Así, espíritus malignos, en su odio contra el hombre, embisten contra los animales empleados en su servicio, contra los alimentos que deben sustentar la vida; su intervención maléfica es muchas veces la causa de las enfermedades que padecemos; ahora bien, prueba la experiencia que el uso religioso de la medalla, acompañado por la oración, opera muchas veces el cese de las celadas satánicas, y un notable alivio en las enfermedades, y a veces hasta una curación completa.
10 agosto 2015
CONTRA EL INSOMNIO Y LAS PESADILLAS
DIOSA AINE
Cuentan que en el norte de Galicia hay una Atalaya.
Una Atalaya donde se cruzan los cuatro vientos y ese el lugar donde reside una de la Diosas mas especiales de la cultura Celta: Aine
Aine es la Diosa Celta del Aire, la reina de las hadas, los Silfos y todas las criaturas aladas del universo.
De ella dependen nuestros pensamientos, ella gobierna el mundo de las ideas, Ella es la que rige nuestras emociones, miedos, ansiedades. Ilusiones y sueños.
Y a ella has de encomendarte en esas noches en que la vigilia parece adueñarse de tus ojos y el descanso no llega.
Hazlo prendiendo una vela morada, que es su color y diciendo el conjuro con el que debes solicitar su bondad para
que llegue el sueño y el descanso.
ESTE ES EL CONJURO DE LOS BUENOS SUEÑOS DE AINE
“Mi Diosa Aine en esta hora de silencio en que la Naturaleza entera apacigua su latido y se apagan los rumores y los ecos de la vida cotidiana, dejo en tus manos todos los acontecimientos de este día.
Te doy las gracias porque te he sentido acompañándome en cada paso que he dado, en cada movimiento, en cada palabra y sobre todo en cada pensamiento que ha cruzado mi mente.
Si dejé que el orgullo, la vanidad, la soberbia se reflejaran en mis palabras o en mis gestos. Si di entrada al rencor, o si la tristeza tuvo cabida en mi alma en algún momento de este día, te pido que seas indulgente con mis debilidades y me ayudes a superarlas en los días futuros.
Y en esta hora cuida mi sueño. Envíame a tus seres de Luz para que me acompañen en esta noche y todas las noches de mi vida.
Que así sea. Que así sea. Que así sea”
DIOSA AINE
Cuentan que en el norte de Galicia hay una Atalaya.
Una Atalaya donde se cruzan los cuatro vientos y ese el lugar donde reside una de la Diosas mas especiales de la cultura Celta: Aine
Aine es la Diosa Celta del Aire, la reina de las hadas, los Silfos y todas las criaturas aladas del universo.
De ella dependen nuestros pensamientos, ella gobierna el mundo de las ideas, Ella es la que rige nuestras emociones, miedos, ansiedades. Ilusiones y sueños.
Y a ella has de encomendarte en esas noches en que la vigilia parece adueñarse de tus ojos y el descanso no llega.
Hazlo prendiendo una vela morada, que es su color y diciendo el conjuro con el que debes solicitar su bondad para
que llegue el sueño y el descanso.
ESTE ES EL CONJURO DE LOS BUENOS SUEÑOS DE AINE
“Mi Diosa Aine en esta hora de silencio en que la Naturaleza entera apacigua su latido y se apagan los rumores y los ecos de la vida cotidiana, dejo en tus manos todos los acontecimientos de este día.
Te doy las gracias porque te he sentido acompañándome en cada paso que he dado, en cada movimiento, en cada palabra y sobre todo en cada pensamiento que ha cruzado mi mente.
Si dejé que el orgullo, la vanidad, la soberbia se reflejaran en mis palabras o en mis gestos. Si di entrada al rencor, o si la tristeza tuvo cabida en mi alma en algún momento de este día, te pido que seas indulgente con mis debilidades y me ayudes a superarlas en los días futuros.
Y en esta hora cuida mi sueño. Envíame a tus seres de Luz para que me acompañen en esta noche y todas las noches de mi vida.
Que así sea. Que así sea. Que así sea”
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